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El Palau de Congressos de Palma, con la economía circular

29-09-2022

Hoy 29 de septiembre se celebra el Día Internacional de Concienciación sobre la Pérdida y el Desperdicio de Alimentos. La economía circular, que entra en juego como una de las soluciones a este problema de graves magnitudes sociales, económicas y medioambientales, se ha convertido en un pilar de acción del Palau de Congressos de Palma para mejorar la gestión de residuos, que además le permite reducir más de 2,5 toneladas de C02 al año.

De acuerdo a la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), cerca del 14% de los alimentos producidos en el mundo se pierden entre la cosecha y la venta minorista y otro 17% se desperdicia en el consumo. En 2020, por ejemplo, los hogares españoles tiraron a la basura más de 1.300 millones de kilos de alimentos sin consumir.

No solo estamos ante un problema social (actualmente hay más 800 millones de personas en el mundo que pasan hambre y otros 1.600 millones que tienen problemas de nutrición, según datos de la FAO), sino también de graves consecuencias medioambientales.

La producción de alimentos es la principal fuente de emisión de gases de efecto invernadero a la atmósfera. La agricultura y la ganadería generan más del 20% de las emisiones de CO₂ del planeta, mientras que los desperdicios suponen el 8%.

Por ello, reducir la pérdida de alimentos es una de las soluciones con mayor impacto en el clima, donde la economía circular entra en juego como solución clave. Transitar de un modelo de producción lineal a otro circular supone optimizar el uso de los recursos poniendo en práctica la regla de las 4R: reducir, reutilizar, redistribuir y reciclar.

En el marco de su modelo de gestión responsable, la economía circular se ha convertido en un pilar de acción del Palau de Congressos de Palma. Con su adhesión al proyecto Finhava de Tirme (la empresa concesionaria de la gestión de residuos en Mallorca), el Palau pretende mejorar la gestión de residuos y su reintegración en el ciclo económico, minimizando su huella ambiental. Así, los residuos orgánicos recogidos en el complejo se transforman en compost ecológico, que permite al productor agrícola local cultivar productos sostenibles, cuya producción se reincorpora a la cadena de suministro del complejo, consiguiendo un proceso de economía circular y local.

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